No es una medianera
Magritte pintó una pipa y tituló al cuadro «ceci n’est pas una pipe».
Magritte pintó una manzana y tituló al cuadro «ceci n’est pas une pomme»
Magritte pintó una pipa que no era una pipa y una manzana que no era una manzana jugando e ironizando con el concepto de representación y semejanza.
Pero efectivamente, ni era una manzana, ni era una pipa porque, como bastante tiempo después dijeron Faemino y Cansado, Parecido no es lo mismo.
Aquí, en este terruño mesetario muy propenso a dar ideas felices, a alguien se le ocurrió que había que embellecer las medianeras de la ciudad lo cual en sí mismo no tiene demasiado de malo en un lugar donde los quiebros, retranqueos y extrañeces urbanísticas propias de la particular relación que Valladolid tiene con esta disciplina son una seña de identidad.
Se pretendía que artistas locales eligieran una de estas medianeras ─ hay cientos─ y propusiesen una intervención a la manera que Boamistura ha hecho en Salamanca con gran acierto.
Esta es la resolución de la convocatoria.
El análisis de dicho documento resultaría descacharrante si no fuese trágico. Parece ser que existe un informe detallado de valoración en el que presuntamente se explica cómo obtiene la máxima puntuación -ex aequo con la obra presentada para Arco de Ladrillo- la propuesta que nos ocupa. Y nos preocupa. No se sabe nada más de ese informe.
El problema de las ideas felices es que pueden ser tan peligrosas como un mono borracho manipulando nitroglicerina. Y en esta ocasión la felicidad se tornó en sorpresa, pasmo, indignación e incredulidad porque una de las propuestas seleccionadas pretende intervenir en una «medianera» que no es una medianera. Y no es que sea una no-medianera cualquiera, no.
Resulta que esa no-medianera es parte del tríptico de la fachada del Palacio de los Condes de Buendía que actualmente alberga el Centro Buendía de la Universidad de Valladolid, situado en la calle Juan Mambrilla. De este edificio tienen una magnífica ficha en esta humilde web en la que se da buena cuenta de la intervención de Juan Carlos Arnuncio y Valeriano Sierra en 1993.
Pues resulta que en ese lugar el grado de protección de lo que allí hay es máximo. Lo dice el PGOU y lo dice el sentido común. Pero eso no pareció importar a la comisión de valoración que redactó un concienzudo informe. Pueden ver la propuesta aquí, no se vayan a quedar con las ganas de saber de qué hablamos exactamente.
La presunta medianera no es tal. Es parte de una fachada que en su momento más lustroso lucía un esgrafiado que se perdió con el tiempo tornándose en un lienzo blanco, neutro, celosamente coronado con el mismo remate que el paño frontal de fachada.
Se trata pues de una fachada que se quiebra generando un espacio previo al plano principal. Este espacio permite que esta fachada «respire» en una calle estrecha a la vez que genera una perspectiva más adecuada y se crea un pequeño ámbito previo al acceso del edificio llamado parvis.
El mismo tratamiento neutro del plano inferior de esa fachada frontal es el que se pliega y adapta a las fachadas laterales. La misma cornisa que remata la fachada frontal, remata las laterales: no es una medianera.
Este parvis está presente en más casos en la ciudad. En edificios como el Palacio Arzobispal, situado detrás del Teatro Calderón, se genera por unas torres teniendo mayor profundidad, mayor presencia pero siendo, básicamente, el mismo mecanismo.
Todo esto no me lo estoy inventando yo. Está ampliamente estudiado y en la discusión surgida en la página de facebook de ArquitecturaVA fue enormemente enriquecedor conocer de la mano de arquitectos como Javier Blanco, Juan Represa o Salvador Mata qué era lo que pasaba en la calle Juan Mambrilla y por qué esa medianera no es una medianera.
Esta intervención feliz por proponerse donde se propone debe pasar por la comisión de Patrimonio y la lógica indica que eso no se puede hacer. No obstante hay que estar alerta y dar la voz de alarma cuando sucedan este tipo de hechos ya que el Patrimonio es algo tremendamente sensible y no puede ser que alguien responsable ─ es un decir─ autorice este desmán bien por desconocimiento o bien por atrevimiento (me inclino a pensar y espero que sea por la primera causa).
No es mala la iniciativa de hacer algo en las medianeras de Valladolid. La mejor o peor fortuna de las propuestas es algo subjetivo o, en todo caso, evaluable desde otros puntos de vista y con otro criterios.
Lo que no es opinable es que en ese lienzo no se puede intervenir con esa absoluta ligereza.
Esta ciudad hace unas décadas (no demasiadas) sufrió una destrucción y un macizamiento digno de aparecer en cualquier manual de barrabasadas y horrores urbanísticos. Seamos cautos y no erremos por enésima vez tropezando con la piedra del desatino.
Ya de puestos a mancillar una noble fachada de las pocas que quedan, podría haberse optado por una solución que permitiese obtener réditos económicos que pudieran revertirse en el saneamiento de la propia fachada.
Es una idea.
Muchas gracias por mencionarme entre ilustres arquitectos como Javier Blanco y Salvador Mata. Yo únicamente poseo sensibilidad y sentido de lo adecuado (o eso creo).
Qué buenas fotos y gran artículo!