Retranqueos
Ustedes ya conocen la historia, a mediados del pasado siglo en nuestro querido Valladolid se conjugaron la necesidad de vivienda, cierta concepción de la palabra progreso y una corrupción galopante, dando a luz nuestro peculiar paisaje urbano de medianeras y retranqueos.
El plan era ensanchar las calles y, consecuentemente, construir edificios más altos, saben que debe existir una proporción entre ancho de calle y altura de los edificios. El resultado también lo conocen, se edificaron algunos edificios en la nueva alineación, más atrasada, que conviven con una mayoría en la línea original. Regalado 13 probablemente sea el caso más flagrante, la Calle Mantería uno de los más elocuentes.
Se trata de estas anomalías que dan carácter a un lugar, de haberse producido en el s. XV sería “uno de los encantos de Valladolid” y los guías narrarían alborozados las andanzas de Julio González y César Cort.
Pero amigos, sucedió hace menos de cien años, y la herida aun duele. Para cicatrizarla hay varias propuestas, siempre hay quien, quirúrgico, propone derribar las grandes moles, sin caer en la cuenta de lo mucho que se parece su solución al error original.
Surgen también soluciones cosméticas, pintar los testeros, grandes murales, es probable que por esa vía logremos algún buen resultado, se ve en otras ciudades, y daríamos una buena oportunidad al nutrido grupo de buenos ilustradores que pueblan el Valle. No descartemos tampoco que en unos años todo pareciese un tanto kitsch.
También hay propuestas desde la arquitectura, abandono metáforas médicas, alguna se ha hecho y es tan buena que pasa desapercibida. Paseando por la Plaza del El Salvador y la calle Santuario a vista de peatón vemos unos ensanches de la vía resguardados por árboles.
Árboles que mantienen la antigua alineación de la calle, árboles que marcan una traza antigua, árboles cuya frondosidad oculta, amortigua, la desproporcionada altura del nuevo edificio. Árboles que son arquitectura sin cemento ni ladrillo.
Los plantó algún jardinero, un buen jardinero. Decidió ponerlos allí un arquitecto.
*El arquitecto, ya saben, es Primitivo González.
*Puede que este artículo sea solo una serie de inconcreciones y sinsentidos, no se priven de recriminarlo en los comentarios
*También puede ser que el artículo les encante, no es probable pero si así fuese compartan, difundan la buena nueva.
*Perdón por ese pretendido aire poético del final, es por si cae el Nobel.
Mencanta
Muy buena!, arquitectura con lo mas simple y junto a la que se pasa cada día casi sin darnos cuenta.