Cortes metalúrgicos Oviedo. CMO

Autor: Óscar M. Ares (Contextos de Arquitectura y Urbanismo)

Colaboradores: Barbará Arranz González, Jesús J. Ruiz Alonso, Dorota Tokarska, Sergio Alonso, Jaime San José

Tipología:

Fechas de comienzo/fin:2016-2018

Localización: Calle Aluminio nº37, Valladolid; España

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Ha escrito este artículo: Pedro Iván Ramos

Búsqueda por Arquitecto

El Polígono de San Cristóbal de Valladolid es uno de tantos polígonos industriales anejos a cualquier ciudad con un mínimo de entidad que se formaron durante los años 70 del siglo pasado y que fueron creciendo sin orden ni concierto durante décadas. Una acumulación de construcciones anodinas, apelmazadas y de muy pobre calidad constructiva se amalgaman conformando la definición misma de la antiarquitectura.

La sucesión deslavazada de edificaciones añejas, tejados de uralita, callejones umbríos  y la sensación de colapso y de estar siendo observado por huraños industriales agazapados en grises cubículos pobremente alumbrados por un parpadeante fluorescente y oliendo a alcanfor es permanente.

En este contexto un edificio emerge entre esa nada arquitectónica con un brillo acerado. Un edificio potente, rotundo, vibrante que llama la atención al circular por la calle Aluminio, la principal de este polígono: la nueva sede de  la empresa Cortes Metalúrgicos Oviedo estableciendo un contraste abrumador con la no arquitectura vecina.

En pleno s. XXI el concepto empresarial e industrial ha evolucionado. También su relación con la arquitectura, pasando de elementos de nula calidad tanto constructiva como arquitectónica a edificios que deben ser insignia y representar la imagen de la empresa. Este tipo de sedes corporativas se han convertido en la principal carta de presentación de estas industrias y los conceptos de eficiencia y productividad son la base a la hora de abordar su diseño.

En este caso el proyecto realizado por Óscar M. Ares ahonda en estas cuestiones primordiales.

Tanto constructiva como conceptualmente una sucesión escalonada de elementos apilados genera rítmicamente el espacio donde la empresa desarrolla su actividad. Gigantescos puentes grúa, inmensas máquinas de corte, plegadoras, toneladas de acero y un ruido metálico que denota la frenética actividad que se envuelve en una piel de chapa ondulada recubriendo la imponente estructura. Esta misma estructura con un interesante juego de alturas es la que provee de iluminación natural al interior. Una luz difusa, no deslumbrante y que evita la insolación directa genera una atmósfera acogedora y agradable, incidiendo en una mayor productividad de los trabajadores y un significativo ahorro en costos energéticos.

Este uso de la luz natural en entornos industriales ya fue ensayado por el autor en una reforma previa para la empresa Tecelec. El ahorro energético y la calidad espacial que se consigue buscando este tipo de soluciones es el claro ejemplo de que un buen diseño es siempre un diseño eficiente.

Como elemento de conexión entre este gran espacio y la calle se encuentra la pieza de las oficinas, el elemento más humano del edificio. La gran escala del mundo de la máquina se une a la escala del mundo humano. La conexión interior entre ambas piezas mediante una esbelta escalera pone en escala el potente espacio industrial.

La pieza de las oficinas es abrazada y protegida por un brazo que alberga instalaciones y que sigue la misma lógica de la nave de producción. Esta pieza administrativa se divide en dos alturas. Una inferior, ligeramente retranqueada y con paramentos de vidrio y la superior que parece levitar: un prisma de Uglass que en función de cómo incida la luz se funde con la piel metálica del resto del edificio a la vez que hace de parasol del cuerpo inferior.

Este exterior abstracto y limpio que dialoga con el cuerpo principal contrasta con un interior lleno de matices, atmósferas y escalas.

Si la pieza de la nave se resuelve con una solución que permite una repetición infinita de módulos, la pieza de las oficinas es un elemento que se talla con mimo, individualizando cada espacio.

En este interior las distintas piezas se van colocando y relacionando entre ellas: En planta baja, accedemos por un espacio a doble altura donde nos recibe un mostrador metálico. Una pastilla alberga la sala de reuniones, los aseos y la conexión con la nave. La escalera que comunica con la planta superior se talla en metal y el espacio principal bajo la pieza superior se coloniza con los puestos de trabajo administrativos. Se va pasando continuamente de una escala a otra, el espacio se contrae y se expande en función del uso.

En la planta superior se repite el esquema de la pastilla para aseos y acceso a la nave con un gran espacio donde se ubican los puestos de los técnicos. Al otro lado de la doble altura sobre el mostrador se sitúan los despachos principales: una nueva pieza que se coloca en el espacio del prisma: pequeñas arquitecturas dentro de la arquitectura que colonizan espacios y generan relaciones entre ellos.

A estas relaciones espaciales se suma la atmósfera que se crea al tamizar la luz mediante la doble piel de vidrio: el Uglass de la fachada crea una galería con la segunda piel de vidrio transparente que genera una luz difusa, casi mística, en el interior.

La materialidad del interior sigue las reglas del resto del edificio. Es una empresa que corta acero y -casi- todo es acero: estructura vista, paramentos verticales revestidos en chapa, suelo en el mismo material, forjado de chapa colaborante visto… la sinceridad constructiva es total: las instalaciones se dejan al descubierto, acero y vidrio son los únicos materiales con los que se juega. En contrapartida lo ajeno a la construcción, el mobiliario, es blanco. Con elementos amables y sencillos se coloniza este universo metálico creándose un ambiente agradable donde trabajar siendo el último eslabón en esa relación entre la escala de la gran máquina y la del ser humano.

Cuando cae la noche el complejo irradia luz, convirtiéndose en una baliza en esa insustancialidad arquitectónica que lo rodea. Quizás llamando a seguir su ejemplo y que las nuevas edificaciones industriales apuesten también por la calidad arquitectónica.

Esperemos que así sea.

 

Fotos cortesía de Pedro Iván Ramos, Jesús J. Ruiz

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