Museo del Pan en Mayorga

Autor: Roberto Valle González

Colaboradores: Cristina Salas Villa (Dirección Obra), Esther Martínez Gracia, Javier Martínez de Blas (Delineación),

Tipología:

Fechas de comienzo/fin:2005-2008

Localización: Carretera de Sahagda, 47, 47680 Mayorga, Valladolid

Premios:

Premio Castilla y León en IV Premios ENOR de Arquitectura

Publicaciones y enlaces:

Ayto de Mayorga (Información práctica de visitas)

Roberto Valle (Web del arquitecto con fotografías, planos, dibujos, maqueta y descripción)

Roberto Valle, Obras y Proyectos en la Diputación de Valladolid. Ed: Diputacion de Valladolid, 2015. (Pags. 32-43)

Galería Fotográfica Ampliada en Flickr (Fotos por Rubén Hernández Carretero)

Iglesia de San Juan de Mayorga : un espacio recuperado (Comunicación de congreso)

HoyCocinaVivi (Blog de viaje)

Diputación de Valladolid – Noticia

Museo del Pan. Diputación de Valladolid.

IV premios ENOR. Museo del Pan de Mayorga


Ha escrito este artículo: Ruben_HC | ruheca

Búsqueda por Arquitecto

Ubicado en la antigua villa medieval de Mayorga el Museo del Pan se alza desde lejos en el paisaje rural salpicado por varias iglesias en un hoy desaparecido recinto amurallado. Precisamente aprovechando una de ellas, la iglesia de San Juan para ampliarla y albergar su contenido.

Esta se sitúa en el borde del valle del río Cea, frente a la iglesia de Santo Toribio, sin embargo en su caso, esta iglesia se hallaba desacralizada, utilizada como granero y oficina de turismo. Las antiguas estructuras de adobe y cubiertas de madera se vieron alteradas con la apertura de huecos en la fachada y la construcción de un muro de ladrillo en la zona que precisamente hoy la une con la ampliación del museo.

Junto al encargo y diseño del museo se realizó un proyecto museístico para determinar sus contenidos que arrojó la conclusión de que el espacio de la iglesia era insuficiente para albergar los contenidos, era necesario ampliar el espacio interior.

Por ello se compró el solar vecino y allí se edificó el nuevo volumen, una gran pieza cerrada de hormigón blanco haciendo referencia a los silos de la zona en la misma forma que el solar obtenido. Una pieza neutra, rotunda, sin apenas mas ornamento que la textura sincera del hormigón entablillado que busca contrastar con lo existente para así realzar la iglesia, la cual se reviste con un acabado de cal blanco típico de la zona devolviéndole su aspecto inicial al cegar las ventanas añadidas para darle protagonismo a la forma y su portada mudéjar.

Es justo a su lado donde se produce la entrada al museo, a una escala reducida una pieza de vidrio con el logotipo del museo estampado, un típico pan circular, sale para recogernos e introducirnos en esa caja de hormigón llena de sorpresas. Una vez dentro, la penumbra te envuelve, estimula tu memoria y te invita a descubrir el contenedor cerrado, pues apenas tiene unas aberturas cenitales que derraman luz natural desde la cubierta hasta el nivel de acceso bañando con su luz paredes con una marcada textura de hormigón que rememora con su encofrado la utilización de moldes en la elaboración de pan.

Un espacio organizado en varios niveles en el que se va mostrando todo el proceso de producción del pan, desde las materias primas hasta su elaboración, aspecto final y variantes. Piezas ubicadas en un mobiliario también diseñado en madera de castaño y vidrio otorgando calidez y protagonismo a las piezas allí expuestas; una implicación en todo el proceso del proyecto, pues este autor suele participar activamente en el diseño del contenido de los espacios que proyecta. Así recorremos cuatro niveles en los que la forma de la planta se recorta de manera diferente en cada una, separándose de su contenedor y solamente unidas físicamente por los dos núcleos de comunicación. Plantas que vuelan unas sobre otras, creando espacios de dobles, triples y cuádruples alturas, creando relaciones visuales entre ellas y espacios únicos que se van descubriendo a cada paso.

Estas formas recortadas permiten además una mayor experiencia sensorial del espacio al estar todo el comunicado, incluso con la antigua iglesia. Es más, en los días en los que el obrador funciona, el olor del pan recorra todo el museo, despertando nuestro sentido olfativo y del gusto mmm…

La luz natural hace el resto, unifica el espacio, los cambiantes rayos filtrados por los lucernarios se derraman sobre las táctiles texturas del hormigón encofrado con tablas de diferentes espesores, antes mencionadas. Luz cenital que convive con dos grandes ventanales justo en el encuentro entre el nuevo edificio y la antigua iglesia que marcan la transición nuevo-viejo y permiten observar desde dentro del museo las cubiertas de la antigua iglesia y su entorno. Y es que aunque es un volumen concebido cerrado sobre sí mismo, el arquitecto tubo también en cuenta el ofrecer una nueva panorámica del pueblo, llegando a estar prevista una terraza de espectaculares vistas hacia la villa de Mayorga y el Valle del Cea junto a una cafetería que nunca llegó a realizarse.

En lo referente al edificio existente, la iglesia, junto a la ya mencionada operación exterior de simplificación de su forma, en el interior se han respetado sus espacios poniendo en valor los sistemas constructivos y materiales con los que fue construida, resultando un espacio sencillo y sincero pero a la vez de gran riqueza. Solo le sacaremos una pega, la luz que ilumina la nave central al estar situada colgada justo en el eje central dificulta con su reflejo observar la carpintería de la cubierta con sus cerchas a la española.

El volumen de la iglesia, al ser más amplio y estar a nivel de calle, alberga las funciones más públicas, grupales e institucionales. Si en la zona ampliada podemos encontrar una sala de conferencias, en la antigua iglesia podemos deleitarnos entre sus históricas paredes realizando degustaciones del pan que se produce en el obrador a su lado mientras conocemos la memoria cultural del alimento mas inmemorial de la humanidad.

Una Arquitectura para emocionar con los 5 sentidos.

 


Si le ha gustado, no dude en compartir, comentar y especialmente… visitar el museo, las imágenes bidimensionales no hacen justicia a tan excepcional espacialidad y contenido.

También puede hacer ganas para visitar cualquiera de los otros museos temáticos que salpican el vasto territorio rural vallisoletano, algunos recogidos en esta página: Museo del Vino en Peñafiel, la Resina en Traspinedo, las Villas Romanas en Almenara-Puras, el del Queso en Villalon (muy cerca de Mayorga)…

Si, sorprende cuantos museos/centros de interpretación de productos podemos llegar a encontrar. No solo es caso de esta provincia, formaron parte de una tendencia nacional muy potenciada años atrás con el objetivo de poner en valor las zonas alejadas de las urbes, sus tradiciones, su historia compartida, su herencia… Un noble propósito que sin embargo muchos no han podido cumplir como debieran/quisieran para resultar sostenibles en términos de coste y visitantes.

No somos quienes para valorar esos aspectos, sin embargo si les garantizamos que, al menos, los recogidos en esta página no les defraudarán. Especialmente el del Pan, una entrada tan larga sin duda se corresponde con un gran museo, gracias por llegar al final.

 

Fotos cortesía de Rubén_HC | ruheca.com. | Planos cedidos por Roberto Valle González

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