ENTREVISTAS – José Manuel Martínez

A Jose Manuel Martínez muchos le llaman Chema y es uno de los arquitectos más respetados y queridos por sus compañeros de profesión.

Es un arquitecto analógico, de los que dibujan a mano, y se niega a abandonar el contacto con el papel, con los lápices y los rotuladores. De los que necesitan meditar cada línea y sentir su trazo en la yema de los dedos.

Nos recibe en su estudio y en él se respira ese ambiente rodeado por centenares de libros y revistas, premios de arquitectura, algún cartel de sus obras, afilaminas, un paralex en uso, lápices de colores, lapiceras, rotuladores… y ordenadores, claro.

Sabemos que no le gusta ser el centro de atención y mucho menos hablar de sí mismo y de su obra, de sus pensamientos e inquietudes, pero una vez roto el hielo, con un lápiz en la mano y un folio delante en el que apoyar sus palabras, durante más de dos horas de distendida charla encontramos tremendamente interesante y enriquecedor lo que nos cuenta.

© pedro ivan ramos martin | luz10.com© pedro ivan ramos martin | luz10.com


BLOQUE 1: ACERCA DEL ENTREVISTADO.


Se podría decir que soy un alumno perpetuo. Soy introspectivo, y me gusta
reflexionar y observar cómo funcionan las cosas, la gente, lo cotidiano.

– ¿Quién es José Manuel Martínez? Defínete, diferénciate
Soy asturiano, residente en Valladolid desde hace casi 40 años, profesor y arquitecto que para poder dar clase investiga todo lo que puede. Nací en la zona suroccidente de Asturias, en un entorno boscoso que fue arrasado por los fuegos de este verano. La casa de mis padres está a las afueras, justo encima de un pequeño río. Ese sonido del agua me ha acompañado siempre. Durante mi etapa de estudiante en Valladolid necesitaba ir muchas tardes a escuchar el agua caer por el aliviadero de la dársena del canal de castilla. Al terminar me asenté en Valladolid, donde inicié mi actividad junto a dos compañeros.

– ¿Qué estilo tiene José Manuel Martínez?
Creo que no tengo ningún estilo.
  ¿Quizás algo por lo que se te reconozca?
Pienso que no hay nada específico, pero sí es verdad que en general los arquitectos tendemos a repetirnos mucho al trabajar, volviendo una y otra vez sobre los mismos temas. Suelen ser temas reincidentes que te interesan, pero no tanto en el sentido estilístico sino conceptual.
Pienso en los edificios que no tienen un límite claro y dejan que el espacio exterior los atraviese. No queda claro si esos espacios pertenecen al edificio, o son de la ciudad. Trabajar con el límite difuso en la relación entre interior-exterior, público-privado, edificio-ciudad, me interesa a mí y seguramente a mucha gente, no creo que sea algo que me defina.
Ocurre lo mismo si te hablo de sencillez formal, o complejidad espacial. Relacionar los proyectos con una palabra, un filtro que ayude a saltar de lo general a lo particular sin perder el hilo conductor del proyecto. ¿Tú crees que hay un estilo aquí?
  Yo creo que es como el escribir, cada uno lo hace de una manera…
Yo intento tener las cosas claras antes de empezar, tener una imagen de lo que quiero hacer antes de hacer nada y hasta que no la tengo dibujo compulsivamente, pero no hago una planta. Me cuesta mucho empezar los proyectos, necesito tener muy claro, por lo menos, el concepto.

– ¿Qué te inspira a la hora de proyectar? ¿algo fuera de la arquitectura?
Todo, soy una esponja. Se podría decir que soy un alumno perpetuo. Soy introspectivo, y me gusta reflexionar y observar cómo funcionan las cosas, la gente, lo cotidiano. Suelo perderme en mis derivas mentales.
Mi primera obra, Coccum Atelier (1989-90) surgió viendo una película, quizás porque en esa época iba al cine casi todos los días, pero en otras ocasiones han sido otras, sobre todo los viajes, un libro, todo lo que tiene que ver con el arte. En cada etapa de tu vida hay cosas que son más importantes que otras y son determinantes de tu forma de trabajar en ese momento.
Mi tesis doctoral era casi de biología, células, sistemas y lugares, una célula de vivienda mínima puede juntarse a otras y formar moléculas que juntas forman sistemas, sistemas que pueden ser muy abstractos pero que se adaptan a cada situación.

Creo que para dibujar bien en el ordenador hay que dibujar bien a mano.

-¿Cómo fueron tus inicios en el mundo profesional?
Los inicios fueron muy duros (ríe). Acabé la carrera y monté un estudio con dos compañeros, no teníamos nada de trabajo, pero es verdad que entonces era más fácil, al menos era diferente a ahora. Terminabas y montabas un estudio, era lo que había que hacer.
Empezamos con concursos y alguna obra pequeña, tiendas, encargos familiares, ganamos algún concurso…

-¿Qué te parece cómo han cambiado en este tiempo las herramientas de trabajo?
Todo lo que tiene que ver con la informática me parece asombroso, pero a veces se escapa a mi control.
Las nuevas tecnologías te dan la posibilidad de acercarte a otros mundos en un instante. Los programas informáticos me gustan más cuando fomentan la creatividad, y menos cuando se convierten en máquina de producir cosas. Llevo toda la vida haciendo “photoshop” a mano, con recortes de revistas, periódicos, tijeras, pegamento. Recortas y pegas sobre una perspectiva hecha a mano. En mi caso no es comparable con hacerlo en una pantalla. El olor a pegamento, los dedos manchados,…..
En los rénder, las imágenes siempre aparecen enmarcadas. A no ser que seas un especialista, no te dejan salir, deformar la perspectiva para transmitir la importancia de un muro sobre el de enfrente, que tiene menos, pero fuga al mismo punto. O resaltar su materialidad con más intensidad.

En definitiva, son indispensables, pero yo he tirado siempre de la mano. Y cuando lo necesito para un proyecto tengo que pedir ayuda.

croquis-vivienda croquis-vivero
-Entonces tú sigues dibujando a mano
Si, sigo teniendo un paralex, encajo las cosas y después, con la ayuda de alguien lo delineamos en el ordenador, lo volvemos a revisar y vuelta a empezar. Es más laborioso por lo complicado de personalizar el dibujo ya que necesito que la persona que me ayuda también entienda como lo quiero hacerlo. Creo que para dibujar bien en el ordenador hay que dibujar bien a mano.
Si tuviera que hacerlo yo solo todo en el ordenador me aburriría, lo dejaría. Porque al hacer esto (dibuja una línea en su bloc) suena, más suave, más fuerte, con más rabia, más grueso, etc… todo esto tiene algo que el ordenador no tiene.

El interiorismo no consiste en poner unas lámparas de tal o cual marca, sino en crear una atmósfera que resuelva el conjunto para satisfacer las necesidades que requieren sus futuros habitantes.

-¿Trabajas solo? ¿tienes colaboradores clave?
Llevo toda la vida con los mismos compañeros de estudio. Somos como una familia, se van unos, llegan otros, pero se mantiene el núcleo original. Un coworking atípico. Pero cada época es diferente. Los años noventa fueron intensos, en los 2000, con la caída de las torres gemelas llego el miedo y al final la crisis, y ahora esta época que es muy diferente a las anteriores.
Al principio éramos tres, hacíamos muchas cosas, algunas no se llegaron a desarrollar, ni a cobrar, entonces formábamos un estudio más estable e hicimos concursos.
Siempre mantuvimos cierta independencia entre nosotros pero a partir del 2000 fue más acusada. Desde entonces he mantenido colaboraciones y he hecho muchas cosas diferentes con otros compañeros, con exalumnos, y algunas cosas solo, sobre todo en los últimos tiempos.

-Actualmente, en esta época, ¿qué tipo de trabajo estás desarrollando?
Actualmente estoy muy centrado en la docencia. Pero como pienso que la docencia y la práctica son una misma cosa, intento abordar la disciplina en todas sus complejidades. Como el abanico de lo que me interesa es muy amplio, nunca llego a ser excesivamente concreto o especializado. Por eso intento investigar a través de algunos proyectos, principalmente de vivienda. La última que he hecho, desde el
primer croquis hasta que se terminó, pasaron más de cinco años, y no llega a doscientos metros construidos.
En esta época hago pocas cosas, y casi siempre en colaboración. Trabajamos en pequeños proyectos y la mayoría no terminan saliendo adelante por diversos motivos. Hay mucho trabajo previo al encargo de un proyecto.

-Una vivienda, ¿cómo afrontas un proyecto tan personal?
Es un tipo de trabajo que me gusta especialmente. Necesitas saber cómo vive la gente, cuáles son sus hábitos, te vuelves incluso impertinente, quieres saber cómo es su vida cotidiana.

-Los temas que te interesan, tu tesis, ¿en qué proyectos puedes desarrollarlo mejor?
En los últimos años parece que hay dos tendencias, una que es recuperar y trabajar con lo que tenemos, en definitiva reciclar y ocupar los edificios abandonados, y la otra que es construir cosas nuevas pero de una forma más eficiente, más sistematizada, quizás más industrializada. Mi tesis iba de eso, células que de forma sistemática pudieran agruparse de diversos modos y adaptarse a los lugares. Desarrollamos esta idea en varios concursos.
…¿cómo en el vivero de empresas?…
En lo que tiene de sistema, si. Por otro lado es un edificio generoso con la ciudad, un filtro entre el parque y el Barrio de España. Está el río, el parque Ribera de Castilla, la avenida Valle de Arán y en medio, una serie de parcelas dotacionales de 30 m de fondo entre un paseo y un parque [dibuja siempre mientras explica]. El edificio pretende ser un poco generoso con las casitas del barrio, lo que hicimos fue elevar un poco una parte y el resto enterrarlo. Desde el paseo puedes ver el parque, se rompe el límite. Hace que lo privado sea público, porque permite ver a través de él.

-¿Cómo ves la relación entre el arquitecto y la sociedad?
Deberíamos ser más autocríticos. En general creo que necesitamos recuperar esta relación tan deteriorada en los últimos tiempos. En mi caso escucho mucho, dejo hablar y no impongo nada.
Hablamos hasta no saber de quién es el proyecto. El cliente tiene ideas y tú tienes que darles forma, hay un intercambio de opiniones que enriquece al proyecto

-Relacionado con esto, además de la arquitectura, ¿el interiorismo?
He trabajado mucho en espacios interiores y no distingo la diferencia entre ambos términos si hablamos de conceptos. En ambos casos se trata de plantear estrategias y criterios para intervenir en un espacio, exterior o interior, una idea que solucione los problemas espaciales funcionales o constructivos, bien sea en la ciudad, en el paisaje o en un espacio interior.
En cada caso y dependiendo del presupuesto que manejamos, lo difícil es mantener el equilibrio entre lo necesario y lo superfluo. En mi caso el diseño del mobiliario o la inclusión de la iluminación dentro del proyecto, algo que hacemos habitualmente, requiere siempre una partida importante y hay que aclarar que cuanto más cosas se hacen desde el proyecto, menos se debe invertir después en habitar el espacio.
A veces es difícil de explicar esto, pero se entiende cuando puedes mostrarlo mediante dibujos. Los armarios, la iluminación, el mueble de estudio adaptado o la mesa incorporada a la cocina, está incluido y adaptado a los requerimientos. El interiorismo no consiste en poner una bonita grifería o unas lámparas de tal o cual marca, sino en crear una atmósfera que resuelva el conjunto de todo ello para satisfacer las necesidades que requieren sus futuros habitantes.

 Parece haber debate entre arquitectos e interioristas
No creo. Se trata de saber cuáles son tus competencias. Yo, como arquitecto, intento reivindicar esta labor desde aspectos más o menos objetivos. La formación que tenemos no te capacita exclusivamente para hacer edificaciones, sino para hacer proyectos. Otros profesionales nos han pisado mucho terreno, no solo los interioristas. Quizás los arquitectos estamos más capacitados para ver el proyecto en conjunto que por partes.

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– ¿A qué proyecto le tienes más cariño?
Quizás, Coccum Atelier, en los primeros años 90. Era un local que se gestó en una película, en la época en la que el cine me sugería mucho, una tienda grande para una diseñadora de ropa donde había que acondicionar un local vacío con poco, tanto que lo único que hicimos fue meter en un cajón blanco una cortina roja enorme con un foco de luz, casi de teatro.

– ¿Alguna anécdota curiosa que te haya pasado en alguno de tus proyectos/obras?
Tengo muchas, especialmente de la fase de obra. Una vez hice una visita de obra sin avisar y me encontré la escena de dos albañiles apoyados en un muro de fachada fumando y comiendo el bocadillo, tiraban la ceniza, el papel albal y restos de bocata en la cámara de aire. En obra no vas a revisar el fondo de las cámaras de los muros. Al ver eso montas en cólera.

– ¿Crees que los locales que se hacen ahora tienen menos intensidad que lo que se hacía antes?
No. Depende. Siempre hay diferencias.
  …más bien, ahora parece que un local tiene fecha de caducidad…
Antiguamente, muy antiguamente, las sastrerías, las tiendas de ropa, las perfumerías, cuchillerías, eran negocios familiares construidos para perdurar toda la vida. Yo no he vivido esa situación. Ahora los locales aparecen y desaparecen. Deberíamos adaptarnos a esta situación y hacer locales en los que todo te lo puedas llevar, si las cosas no pintan bien. Aparece un bar nuevo y casi no te da tiempo a tomar un café, va todo muy deprisa. Ocurre lo mismo con una película, si te  descuidas un poco la han quitado de la cartelera.

-¿Cual es el local que más pena te da que se hayan “cargado”?
Coccun Atelier. Como os dije antes, lo vi plasmado en una película, “El cocinero, su mujer, el ladrón y la amante”. Mientras la veía pensé, “¡ya está!”, solo había que construir un cajón y colocar dentro una cortina roja grande, una especie de escenografía. Se trataba de construir una atmósfera en la que la ropa de la diseñadora, y ella misma, se encontrasen cómodas.
Pero la gente se quedaba mirando en la calle y no entraban. No funcionó. Después premiaron el proyecto, me ilusioné y por muchos motivos, me dio mucha pena que lo tuvieran que cerrar.

© pedro ivan ramos martin | luz10.com© pedro ivan ramos martin | luz10.com


BLOQUE 2: PROFESIÓN Y ENSEÑANZA DE LA ARQUITECTURA.


-¿Qué opinas de la enseñanza de la Arquitectura? ¿Qué cambiarías?
Disfruto mucho con la docencia y por tanto enseñar a pensar o educar es una tarea gratificante. Todo ha cambiado mucho y tenemos que cambiar los métodos. Se trata de pensar en cómo enseñar arquitectura para un mundo que aún no existe. O como llegar al conocimiento desde muchas direcciones. No podemos hacer las cosas como hace diez o quince años. No es fácil, pero hay que hacerlo. Para mi es más importante el proceso del proyecto, que los resultados.
Recientemente he asistido a un congreso de innovación docente organizado por la UPC, y te das cuenta que en todas partes se cuece lo mismo. Hay una cierta incertidumbre. Docencia, investigación y profesión, son las claves de un aprendizaje eficaz. Quizás algunas propuestas puedan resultar de entrada raras, por lo diferentes. Hay que ir poco a poco, y para que no parezca una ocurrencia de un instante, ser persistente. Insistir en enseñar a pensar y desarrollar la inteligencia creativa es para mí el reto pasado y futuro.

Se trata de formar al arquitecto para tener más cintura en sus competencias, reforzando su capacidad de sobrevivir en el mundo adverso que nos ha tocado vivir. Se trataría en definitiva de formar profesionales que desarrollen una mayor sensibilidad para detectar las necesidades de la sociedad en la que viven y que, con responsabilidad, construyen.

(…)los arquitectos modernos beben de referencias culturales inherentes y debo
reconocer que cada vez disfruto más con la arquitectura popular y vernácula

-¿Cómo ves a los estudiantes de ahora?
Antes las generaciones se contaban por décadas. Nosotros somos de los ochenta. Ahora los alumnos cambian cada año. Incluso hay repetidores que no se encuentran a gusto con los del año siguiente. Es algo que no acabo de pillar, pienso mucho en ello.
¿Cómo son?, pues con veinte años. Igual y al mismo tiempo diferentes a como éramos nosotros.
Te cuento un detalle que me hace gracia: un alumno, durante una corrección, descuelga su móvil se lo lleva a la oreja y lo vuelve a colgar: “Chema, perdona un momento, ¿vas a tardar mucho?, es que tengo que ir a pasar la ITV de la moto”. Yo me río, me resulta gracioso, ya que lo pregunta educadamente.
Habría que reflexionar mucho sobre ello. Estaría bien pensar en cómo dar clase por WhatsApp, jejejeje

– ¿Ha cambiado algo con la nota de corte, menos exigencia?
Se puede dar el caso de que con una buena nota un alumno se matricule en algo que no es lo suyo. Esto garantiza la capacidad de trabajo pero no las aptitudes. Al bajar la nota de corte se puede dar el caso contrario. El que un alumno aparentemente con menos capacidad de trabajo tenga buenas aptitudes.

En realidad es lo de siempre así que de lo que se trata es de motivar a la gente y atraparla para sacar de ellos lo mejor, aunque en estos tiempos este trabajo sea más laborioso.

-Como miembro del tribunal de fin de carrera, compaginando con la labor de profesor, ¿cómo lo llevas?

Llevo casi tres décadas en la escuela, he tutorado proyectos desde el principio, muchos fines de carrera, algunos años, hasta veinte. Cuando me lo propusieron no quería aceptar, ya que prefería estar en la otra parte, pero luego he visto que el cambio fue satisfactorio ya que después de tantos años quizás estaba un poco agotado de esa labor.
Estar en el tribunal te permite ver las cosas desde otra perspectiva ya que ves el resultado final de los proyectos y te das cuenta del nivel general tan alto que tienen. Por otro lado es un ejercicio de valoración a ciegas ya que a diferencia del curso normal en el que impartes clase, dónde hay un seguimiento de los proyectos y conoces a los alumnos, en el caso del PFC desconoces el proyecto y al
alumno.


BLOQUE 3: SOBRE LA ARQUITECTURA DE VALLADOLID Y ARQUITECTURAVA


-¿Qué opinas, en general, del repertorio de arquitectura en Valladolid?
Depende de la escala de la que hablemos pero en general considero que el nivel es bueno.

– ¿Qué le falta a Valladolid que, en general, diste tanto cara al reconocimiento y calidad de otras ciudades y/o comunidades en nivel similar como Navarra o País Vasco?
Por una parte podríamos hablar de la calidad de la arquitectura, pero en este caso no creo que sea un factor predominante.
Hay obras de las últimas décadas poco difundidas. Las obras más conocidas en las publicaciones son de los estudios más conocidos a nivel nacional. Se generan redes casi de manera involuntaria entre los estudios que quieren publicar, la ciudad/escuela donde se formaron y si esa zona de formación resulta coincidir con una importante zona editorial. Arquitectos que estudiaron en Madrid o Barcelona, trabajan en otras ciudades y, además de ser buenos, mantienen vínculos con la ciudad de origen, de donde parten las publicaciones. No sé si esto es una explicación.
Por otro lado hay gente más preocupada que otra por difundir lo que hacen.

-En este sentido, pese a tu perfil discreto… ¿que te impulsó a lanzar tu web personal?
Me costó bastante, años incluso porque son casi tres décadas de trabajo a resumir. Llegó un momento en el que la gran motivación fue porque algunos amigos, alumnos, compañeros o clientes me animaron, casi obligaron, a mostrar el trabajo de todos estos años.

-¿ Algún edificio que recomiendes de Valladolid?¿ O algún autor? (Que no sea tuyo)
Pues, muchos. Me interesan muchas cosas de ámbitos y escalas muy diferentes. Incluso suelo descubrir cosas nuevas que me sorprenden cuando vas por la calle. Por ejemplo me gusta mucho la tienda de ropa que acaban de abrir aquí al lado de mi estudio.

-¿Crees que Valladolid cuida y difunde bien su arquitectura?  
Creo que no, de hecho me sorprende que haya arquitectos de fuera afincados en Valladolid que no se conocen las obras importantes de la ciudad y eso es una labor tanto de difusión por parte de instituciones, asociaciones… como de interés propio.
Vuestra labor me parece de aplaudir, de premio.

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CONCLUSIÓN


– Un libro, película, obra… apto para cualquiera
A los alumnos siempre les recomiendo “Las ciudades invisibles” de Italo Calvino, por su carácter didáctico, lees el párrafo de la ciudad de Octavia, y casi la podríamos dibujar.
Siempre me han interesado temas como los que se tratan en el libro “Arquitectura sin arquitectos” de B. Rudofsky. Habla de cuestiones de la arquitectura inherentes en las culturas y territorios, de algo tan evidente como por qué en las zonas cálidas las casas son blancas y con ventanas muy pequeñas mientras que en las zonas frías aparecen grandes galerías acristaladas para calentar la vivienda.

Estoy convencido que los arquitectos modernos beben de esas referencias culturales inherentes y debo reconocer que cada vez disfruto más con la arquitectura popular y vernácula.
En cuanto al cine, me interesa especialmente el que cuenta una época y su realidad. Creo que el cine de los 50-60 lo hace muy bien con películas como Playtime, El Apartamento de Billy Wilder, o el cine español con la típica escena de señora de negro en una pequeña silla frente a una tapia de una casa blanca.

-Una cita que te inspire…
«Lo que ocurre cada día y vuelve cada día, lo trivial, lo cotidiano, lo evidente, lo común, lo ordinario, lo infraordinario, el ruido de fondo, lo habitual, ¿cómo dar cuenta de ello, cómo interrogarlo, cómo describirlo?» Georges Perec

– ¿A qué arquitecto nos recomendarías para continuar la sección de entrevistas? ¿Quién no debería faltar?
Se me ocurre mucha gente, pero no quisiera concretar en nadie.
  Pensábamos en Leopoldo Uría…
Leopoldo sería un puntazo


 

 La entrevista se pasó en un suspiro. Probablemente, como en toda buena entrevista, los off the record fueron pequeñas joyas que guardar.

Un poco más de charla, ya de pie, antes de abandonar el estudio y salir de allí con la sensación de haber conocido un poco más a una persona poco dada a estos asuntos  pero que se nos antoja imprescindible para conocer y entender la arquitectura actual que se produce en Valladolid tanto por su labor como arquitecto como por su faceta docente en estos últimos 30 años.

Fue una buena manera de terminar el último mes de 2017

 

Un comentario en “ENTREVISTAS – José Manuel Martínez

  1. Creo que la entrevista es muy sincera, me encanta como los entrevistadores han logrado sacar los más profundos sentimientos al artista. Es un artículo muy bien escrito y completísimo, para entender como es la arquitectura de las sensaciones y de las emociones, muy alejada de la arquitectura imperante de las economías y de las políticas.
    José Manuel es un artesano del pensamiento arquitectónico y ni siquiera hay que leer entre líneas. Es tan palpable la emoción de sus palabras que no hay lugar para la indiferencia al igual que para entender su amor por este oficio tan bello. Es un oasis y una invitación para pararse a pensar en estos vertiginosos tiempos de la era internet.
    Mis felicitaciones a los entrevistadores y al artista.

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